Blhoja 062 - POSTALES PORTEÑAS
CAPITAL FEDERAL: Julio 2011
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Puerto Madero
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RIO DE LA PLATA
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Hoy: J.R.R.Tokien
EL SEÑOR DE
LOS ANILLOS
1. La
comunidad del Anillo
Llevaban quince días de marcha cuando
el tiempo cambió. El viento amainó de pronto y viró al sur. Las nubes rápidas
se elevaron y desaparecieron, y asomó el sol, claro y brillante. Luego de haber
caminado tropezando toda una noche, llegó el alba fría y pálida. Estaban ahora
en una loma baja, coronada de acebos; los troncos de color verde grisáceo
parecían estar hechos con la misma piedra de las lomas. Las hojas oscuras
relucían, y las bayas eran rojas a la claridad del sol naciente.
Lejos en el sur, Frodo alcanzaba a ver
los perfiles oscuros de unas montañas elevadas que ahora parecían interponerse
en el camino que la Compañía
estaba siguiendo. A la izquierda de estas alturas había tres picos; el mas alto
y cercano parecía un diente coronado de nieve; el profundo y desnudo precipicio
del norte estaba todavía en sombras, pero donde lo alcanzaban los rayos
oblicuos del sol, el pico llameaba, rojizo.
Gandalf se detuvo junto a Frodo y miró
amparándose los ojos con la mano.
--Hemos llegado a los límites de la
región que los Hombres llaman Acebeda; muchos Elfos vivieron aquí en días más
felices, cuando tenía el nombre de Eregion. Hemos hecho cuarenta y cinco leguas
a vuelo de pájaro, aunque nuestros pies caminaran otras muchas millas. El
territorio y el tiempo serán ahora mas apacibles, pero quizá también más
peligroso.
--Peligroso o no, un verdadero
amanecer en siempre bien recibido-- dijo Frodo echándose atrás la capucha y
dejando que la luz de la mañana le cayera en la cara.
--¡Las montañas están frente a
nosotros! --dijo Pippin--. Nos desviamos al este durante la noche.
--No --dijo Gandalf--. Pero ves mas
lejos a la luz del día. Más allá de esos picos la cadena dobla hacia el
sudoeste. Hay muchos mapas en la
Casa de Elrond, aunque supongo que nunca pensaste en
mirarlos.
--Sí, lo hice, a veces --dijo
Pippin--, pero no los recuerdo. Frodo tiene mejor cabeza que yo para estas
cosas.
--Yo no necesito mapas --dijo Gimli,
que se había acercado con Legolas, y miraba ahora ante él con una luz extraña
en los ojos profundos--. Ése es la tierra donde trabajaron nuestros padres,
hace tiempo, y hemos grabado la imagen de esas montañas en muchas obras de
metal y de piedra, y en muchas canciones e historias. Se alzan muy altas en
nuestros sueños: Baraz, Zirak, Shathûr.
'Sólo las vi una vez de lejos en la
vigilia, pero las conozco y sé cómo se llaman, pues debajo de ella está
Khazad-dûm, la Mina
del Enano, que ahora llaman el Pozo Oscuro, Moria en la lengua élfica. Mas allá
se encuentran Barazinbar, el Cuerno Rojo, el cruel Caradhras; y aún más allá el
Cuerno de Plata y el Monte Nuboso: Celebdil el Blanco, y Fanuidhol el Gris, que
nosotros llamamos Zirakzigil y Bundushathûr.
'Allí las Montañas Nubladas se dividen,
y entre los dos brazos se extiende el valle profundo y oscuro que no podemos
olvidar: Azanulbizar, el Valle del Arroyo Sombrío, que los Elfos llaman
Nanduhirion.
--Hacia ese valle vamos --dijo
Gandalf--. Si subimos por el paso llamándola Puerta del Cuerno Rojo, en la
falda opuesta del Caradhras, descenderemos por la Escalera del Arroyo
Sombrío al valle profundo de los Enanos; allí se encuentran el Lago Espejo y
los helados manantiales del Cruce de Plata.
--Oscura es el agua del Kheled-zâram
--dijo Gimli--, y frías son las fuentes del Kibil-nâla. Se me encoge el corazón
pensando que los veré pronto.
--Que esa visión te traiga alguna
alegría, mi querido enano --dijo Gandalf--. Pero hagas lo que hagas, no
podremos quedarnos en ese valle. Tenemos que seguir el Cauce de Plata aguas
abajo hasta los bosques secretos, y así hasta el Río Grande, y luego...
Hizo una pausa.
--Sí, ¿y luego qué? --preguntó Merry.
--Hacia nuestro destino, el fin del
viaje --dijo Gandalf--. No podemos mirar demasiado adelante. Alegrémonos de que
la primera etapa haya quedado felizmente atrás. Creo que descansaremos aquí, no
sólo hoy sino también esta noche. El aire de Acebeda tiene algo de sano. Muchos
males han de caer sobre un país para que olvide del todo a los Elfos, si alguna
vez vivieron ahí.
--Es cierto --dijo Legolas--. Pero los
Elfos de esta tierra no eran gente de los bosques como nosotros, y los árboles
y la hierba no los recuerdan. Sólo oigo el lamento de las piedras, que todavía
los lloran: profundamente cavaron en nosotros, bellamente nos trabajaron, altas
nos erigieron; pero han desaparecido. Han desaparecido. Fueron en busca de los
Puertos mucho tiempo atrás.
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