viernes, 15 de enero de 2010











Blhoja 011. FRAGMENTOS DE MENDOZA

“Mendoza es la Argentina de Sarmiento, Mitre y la generación del Ochenta más o menos realizada –o, por lo menos, mucho más realizada que el resto del país.

Aquellos fundadores tuvieron que inventar que la pampa era un desierto para exterminar a sus habitantes y transplantarles otros; esto, en cambio, era una verdadera tierra inhóspita, un desierto. Mendoza era un lugar que nadie quería por estéril, sin historia casi, arrasado por un terremoto, donde llegaron italianos mas o menos laboriosos que la hicieron desde el primer árbol hasta la última casa -usando, en cuanto pudieron, criollos como mano de obra. Así armaron una ciudad y un campo limpitos, prolijos, repartidos, con un gobierno siempre un poco a la derecha del país, con un gran escritor pero sin una literatura, con esos espacios ordenados, con esas apariencias y ese orden que la clase media argentina siempre quiso. Mendoza es lo más parecido a esa América que los inmigrantes vinieron a hacer, porque es la que más se parece a esa Europa que no pudieron hacer y abandonaron.
El único problema de Mendoza es la Argentina.
Mendoza es el sueño de la Argentina clase media –casi realizado.
--Acá todo es cosmética, careteo: tenemos las veredas limpias, nos cambiamos para venir al centro, hacemos como que es todo espléndido y barremos debajo de la alfombra.
Me dice un músico muy jóven.
¿Qué pasa cuando a uno se le ocurre una observación tan tilinga como que los niños mendigos de Mendoza son los mejores vestidos, los menos miserables del país? ¿Lo dice, se lo calla?.
Mendoza es claramente la avanzada italiana. Ya cincuenta años atrás, cuando un apellido italiano todavía era absolutamente cache, la sociedad mendocina estaba hecha de esos nombres: Pulenta, Catena, Furlotti, Rutini. Es lo que pasaría después en el país con los Di Tellas, Macris, Maccarones, Mastellones y otros.
--En Mendoza nadie te dice que es pobre, todos son de clase media. Vas a un barrio de mierda y te dicen no, es clase media, tenemos televisor. Acá no hay dignidad de la pobreza, sino vergüenza.
Alguien me cuenta que un barrio llamado Dalvian, una de las zonas más caras para nuevos ricos en Mendoza, está en tierras fiscales, que esos si que son okupas de lujo y que por supuesto el Grupo Vila tiene que ver con eso: que los denunciaron ante la justicia y que los expedientes se perdieron y nunca más se supo. Lo voy a ver. Dalvian es un barrio privado en una colina sobre la ciudad, después del Parque San Martín. En las entradas hay barreras y custodios armados pero nadie me pregunta nada cuando paso. El barrio es desolado; calles anchas vacías y a los costados repetición de chalets menemistas modelo Pinamar´94.
--Es un barrio privado perfectamente abierto.
Le comento después a un amigo, y él me dice ves, así es Mendoza: pura apariencia. Después otro me cuenta más historias de los Vila: de cómo, por ejemplo, entraron a su primer radio, Nihuil, a tiro limpio –y otros me cuentan otras. Yo pienso que es el problema de los países donde las clases dominantes han cambiado hace poco. Una gran fortuna siempre se origina en hechos turbios, pero si esos hechos sucedieron hace trescientos años, importan mucho menos –y hasta puede formar un mito de origen distinguido. Es distinto si todos los recuerdan, si todos los leyeron en los diarios. En ese caso la sensación de estar gobernado por delincuentes es mucho mas intensa.
Hay –supongo—tres soluciones para este problema: conseguir ricos muy antiguos, que deje de haber ricos, o seguir con éstos y regodearse en el lamento: de lo nuestro, lo mejor.”

EL INTERIOR. Martín Caparrós (2006)




Verano del 99.
En tres horas de espera al trasbordo camino unas cuantas cuadras hasta la peatonal, mesas en la calle, árboles en el centro, al fondo una plaza y una gran fuente de aguas que se elevan firmes pero débiles. Artesanos.
Vuelvo a la terminal de ómnibus a esperar el TAC con rumbo a Santiago de Chile. Paro en un barcito a una cuadra y como algo.



No es lo mismo el otoño en Mendoza,
hay que andar con el alma hecha un niño.
Comprenderle el adiós a las hojas
y acostarse en su sueño amarillo.
Tiene el canto que baja la acequia
una historia de duendes del agua.
Personajes que un día salieron
a poblarnos la piel de tonadas.
La brisa, traviesa,
se ha puesto a juntar
suspiros de nubes
cansadas de andar.
Esta lluvia que empieza en mis ojos
no es más que un antojo de la soledad.
Es posible encontrar cada nombre
en la voz que murmuran los cerros.
El paisaje reclama por fuera
nuestro tibio paisaje de adentro.
Ser la tarde que vuelve en gorriones
a morirse de abrazo en el nido
y tener un amigo al costado
para hacer un silencio de amigos.
La tarde nos dice,
al llevarse al sol,
que siempre al recuerdo
lo inicia un adiós.
Para quien lo ha vivido en Mendoza,
otoño son cosas que inventó el amor.
TONADA DE OTOÑO Letra: Jorge Sosa- Música: Damián J. Sánchez






La negra lo canta de maravillas en el disco MERCEDES SOSA del año 1983.



Tengo que conocer Mendoza. Me prometo volver.





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