martes, 26 de julio de 2011












Blhoja 050 – TAHUANTINSUYU 2008 VIII: Perú, Chile, Argentina



Salimos a recorrer la ciudad de Tacna y se me salía de la boca: ¿dónde está la Señorita?. Por suerte la contuve, seguramente iba a ser una pregunta obvia a esta altura, después de 27 años muchos han sido los que preguntaron lo mismo.
Pero no se si todos los que llegan a la amable Tacna hacen esta otra pregunta, pero es así, la empresa constructora de la Catedral que se ubica frente a la colorida plaza cívica pertenecía al célebre ingeniero de la famosa torre parisina: Eiffel. Aunque el ingeniero que diseño el templo no es el mismísimo Gustave Eiffel, la bonanza económica que pasaba el Perú hizo que se contratara tal prestigiosa empresa internacional. Se comenzó a levantar en 1875 pero a pocos años debió paralizarse debido al estallido de la Guerra del Pacífico. En 1929, la campana ubicada en una de sus torres anunció la liberación de la tierra tacnaneña del opresor vecino país, Chile. En la “Ciudad Heroica”  proliferan en paseos y plazas, bustos y estatuas de los héroes que lucharon por la independencia, aunque ahora  la ZOFRATACNA (zona franca) la ha convertido en un gran mercado donde se puede encontrar gigantes LCD, hasta copias truchas de los últimos estrenos cinematográficos mas taquilleros. 







Ni bien el taxi penetro el sector de la Terminal de ómnibus un conglomerado de hombres se acercó al vehículo vociferando gritos confusos. No entendía si había una protesta contra el taxista, el equipo de fútbol de Argentina le había ganado al de Perú y con esa excusa nos chillaban; o nos venían a enfrentar como representantes argentinos, hostigándonos por culpa de aquel presidente patilludo y corrupto que tuvimos que le vendió armas al Ecuador, en pleno conflicto limítrofe con su país, siendo ellos, el pueblo peruano, quien mas ayudó a Argentina en la guerra de Malvinas. Pronto comprendo del chillido la palabra “arica” y cada vez se hacía mas claro “arica” “Arica”.
--Les están ofreciendo llevarlos a Arica –dijo el chofer.


Al bajarnos se nos abalanzaron y se peleaban por tomar los bolsos y llevarlos a sus vehículos para trasladarnos al país vecino. Algo atónitos logramos escapar de esa “jauría” y comenzamos a averiguar como pasar la frontera. Los buses nos querían vender sus pasajes, los taxistas, sus servicios rápidos.
--Vamos que los llevo, con el bus van a tardar mucho mas en la frontera, yo les hago los trámites.
Nos convenció, pero debíamos encontrar a otros dos pasajeros para completar el cupo. Le pagamos por los cuatro y partimos. Varios kilómetros de desierto gris hasta el paso fronterizo Santa Rosa que nos despedía de este asombroso y sorprendente país. Todavía no era momento de balance, faltaban unas cuantas horas para llegar al final del viaje, para llegar de vuelta a casa, pero con un simple pantallazo de los vivido, podía asegurar que fue el viaje mas “casi” extraordinario realizado. Me iba impregnado de esa cultura Incaica tan portentosa.


En Arica conseguimos pasajes a Jujuy para la noche. Pasamos toda la tarde en otro mundo, totalmente distinto al peruano. El chileno tenía otra “onda”. Se nota mas la abundancia, el despilfarro. Era sábado y el centro estaba repleto de jóvenes llenando los bares, de familias con sus hijitos consumiendo hamburguesas y mucha comida chatarra. Unas cuadras mas allá, el ambiente cambiaba. Una vieja estación de ferrocarril, una ondeante avenida con palmeras que esquivaba un gigantesco morro, muy significativo ya que fue un punto estratégico de la Guerra del Pacífico y donde Perú perdió su dominio sobre la ciudad y sus tierras.  Y allí el Pacífico.






Esa noche nos internamos en el desierto de Atacama. Muy temprano llegamos a Calama y el bus nos abandonó en frente del Mall. Nos dijeron que nos dejaban allí pero no nos avisaron que ese día domingo, abría mas tarde. Ese 20 de abril, hacía mucho frío en las alturas de Atacama. El cansancio también ayudaba a  crispar los nervios y no se podía hacer mas que putear, en medio del silencio en los alrededores de la ciudad, con un vientito bastante fuerte del cual protegerse con tan poca ropa.




A las tres de la tarde estábamos en el puesto de Gendarmería Argentina del Paso Jama, a unos 3000 msnm, haciendo los trámites aduaneros. Era el domingo 20 de abril de 2008, ya estábamos en Argentina, faltaban unas cuantas horas de desierto, salinas, caminos zigzagueantes entre montañas para llegar a la ciudad de San Salvador de Jujuy, unas horas mas para llegar a Córdoba y otras tantas para que el lunes 21 cerca de las 16hs. estemos en Rosario. Fue el séptimo cruce de los Andes y otra vez la sorpresa de la geografía; como lo comprobaría años después, ¡ningún paisaje repetido!.







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