martes, 10 de julio de 2012












Blhoja 068 – LA VUELTA A EUROPA EN 38 DIAS

.5.El Museo Egipcio y la colección de Papiros de Berlín.





  “El precio del arte

Europa había tenido la gentileza de civilizar el África negra. Le había roto el mapa y se había tragado sus pedazos; le había robado el oro, el marfil y los diamantes; le había arrancado a sus hijos mas fuertes y los había vendido en los mercados de esclavos.
       Para completar la educación de los negros, Europa les obsequió numerosas invasiones militares de castigo y escarmiento.
       A fines del siglo diecinueve, los soldados británicos llevaron a cabo, en el  reino de Benín, una de esas operaciones pedagógicas. Después de la carnicería, y antes del incendio, se llevaron el botín. Era la mayor colección de arte africano jamás reunida: una enorme cantidad de máscaras,  esculturas y tallas arrancadas de los santuarios que les daban vida y amparo.
       Esas obras venían de mil años de historia. Su perturbadora belleza despertó, en Londres, alguna curiosidad y ninguna admiración. Los frutos del zoológico africano sólo interesaban a los coleccionistas excéntricos y a los museos dedicados a las costumbres primitivas. Pero cuando la reina Victoria mandó el botín a remate, el dinero alcanzó para pagar todos los   gastos de su expedición militar.
       El arte de Benín financió, así, la devastación del reino donde ese arte había nacido y sido. “



Esto que escribió Eduardo Galeano en su libro “Bocas del tiempo” del año 2004 tiene que ver con lo que quiero contarles de mi paso por Berlín.



La tarde descargaba una esquelética lluvia cuando llegamos a la puerta del Museo Egipcio, uno de los tantos que conforman la Isla de los Museos en la ciudad de Berlín. La guía a quien, durante el recorrido hacia el lugar, no lograba identificar su acento (ya que a esta altura del viaje habían pasado tantos guías tratando de acertar con el español) nos indicó una ventana en el edificio que se encontraba cruzando la calle, diciendo que allí vivía la canciller Angela Merkel. El lugar se veía muy sobrio y ella, la guía (acento lationoamericano) destacó esa austeridad, que claro, alguna argentina del grupo la comparó maliciosamente con la de nuestra presidenta Cristina.

Subimos unas grandes escaleras y nos detuvimos junto a unas columnas y allí comenzó la guía con su discurso que pintaba con no acabar jamás. Contemplamos los impactos de los proyectiles de la época de la segunda guerra mundial que dejaron sus marcas en las paredes del museo demostrando en parte, el porque de  la  reconstrucción  y  luego    al fin entramos a las salas estrictamente egipcias. Pasó casi sin importancia la de los tipos esculturales y entramos a la del período de Amarna donde comenzó a detallar casi una a una las piezas que allí se encontraban. Nos estaba preparando claro, para el plato fuerte: la Sala 2.10. 

Hablo tanto, pero tanto, pero tanto, que quedaron muy pocos a su lado ya que tanta información comenzaba a mezclarse y a perderse por los recovecos de la memoria, donde además esos datos se entrechocaban con los anteriores, dados por otros y otras guías, que como ella estaban muy interesados en que asimilemos la precisa información que nos detallaban. Ya a esa altura no estaba seguro si Thutmose había esculpido la torre Eiffel o Luis XIV era el marido de Nefertiti o tal vez Guillermo de Orange era el presidente de la comunidad europea que residía en Volemdam donde Federico Guillermo IV de Prusia había fundado el Globe Theatre. 










Eso si, esas obras, no tenían un lugar mejor para descansar. Algunas fueron destruidas y quemadas durante la guerra y las que se salvaron (la mayor parte, dicen) fueron trasladadas a otros ámbitos mas resguardados. Hacía unos años, precisamente en el 2009, toda la colección se unificó y volvió a su antiguo recinto. El museo data de las primeras décadas del 1800 y no paro de crecer gracias a compras, regalos y las excavaciones que los prusianos realizaron por esos lares. Quizás el hallazgo mas importante fue en 1912 cuando en un antiguo taller de arte encontraron una figura bellísima que hicieron pasar por un simple molde de yeso. Ahora ocupa la sala 2.10: la famosa Nefertiti. Un guardia cuidaba, a los que casi a empujones queríamos entrar al lugar,  prohibiendo estricctamenten tomarrrr fotogrrá fiiias. Allí estaba, en el centro de la sala, sobre un pedestal, a la altura de mis ojos, y en una caja de crrristal, con su piel bronceada y muy lisa. Su nariz pequeña y recta, sus labios carnosos muy rojos y sus ojos almendrados con una sola pupila (la otra fue comprobado que nunca fue colocada), sus orejas pequeñas,  su largo cuello rodeado de un collar y en su cabeza una gran corona en color azul. La iluminación le daba vida. Ella era Nefertiti.

Foto tomada de la web

La guía, chilena (ella misma me quito la duda, y que según sus propias palabras se le mezclaba el idioma con el duro alemán), feliz y contenta de que esa maravilla este amparada por el estado Alemán.
–Yo visite los museos egipcios (dijo algo así) y hasta se llovía adentro!!.
--Pero es un robo—nos atrevimos a decir algunos.
Alemania conserva el arte universal. No estaría con este talante sin el esfuerzo del estado.
--Pero sigue siendo un robo.

Vieron como llegue a lo escrito por Galeano.
Recordé también el reclamo del estado de Perú a Estados Unidos de América por los robos efectuados por estos a la cultura Inca.
Estas obras se conservan en perfecto estado (estas y tantas que engalanan los museos “del primer mundo”), pero estos estados recaudan buenos mangos por eso. 10 euros para entrar al museo Egipcio, ganga o no, es plata que entra al bolsillo de la sencilla  Angela. Sencilla Angela que se planta ante la comunidad europea y utiliza su poder para joder a los comunes europeos y así mejorar el grave estado de la banca financiera. Se han quedado sin países “subdesarrollados” para chuparle la sangre?
La obras en el Museo de Pérgamo (ubicado igualmente en la Isla) gozan también de muuuy buena salud (seguramente Turquía debe estar reclamando por lo suyo).

--En Italia resguardan sus obras de arte, nada sale del país… (Guia italiana en Florencia)

La lucha de Egipto por recuperar a Nefertiti data de 1930. También otras joyas del arte egipcio descansan y dan sus buenos dividendos a Londres, por ejemplo, al Louvre, a Italia con la estatua de Ramses II en Turín.
La conservación del arte “universal” es un echo auténtico o un gran negocio para esos “salvadores”?
Si tanto les interesa la conservación del “arte universal” por que no financian a los museos (que se llueven) en los países donde vivió esa cultura y así el mecenazgo es mas autentico.

Seguramente para que esas obras salgan de sus lugares han tenido la venia de algún funcionario nativo. Pero seguramente ese funcionario nativo no dio su consentimiento sin nada a cambio.
Aquí entra lo que comúnmente nos vienen machacando y muchos repiten como loros: es que vivimos (los subdesarrolados) en países plagados de corruptos, ellos en cambio son distintos, sus democracias son antiguas, tienen moral. (Y también son muy sencillos como Merkel, nada de carteras Louis Vuitton)

Ahora el dilema: quién estiró la mano primero: ¿el corrompido o el corruptor?.






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