miércoles, 19 de marzo de 2014














Y al fin sucedió. Lo que manifesté en la blhoja 2 se hizo realidad. Llegó el auto y con él los viajes con mi perro.
Luego de casi 4 años de haber comenzado este espacio, inspirado en el "Travels with Charley" de John Steinbeck, doy inicio como sección de este blog: VIAJANDO CON MI PERRO.

Y mis viajes con mi perro son por esta Argentina que me sorprende kilómetro a kilómetro, con sus paisajes y sus parajes. Su cultura y sus colores. Su geografía casi inacabable y diversa.
Steinbeck decía que "quien ha sido vagabundo una vez, será vagabundo ya para toda su vida" y esta posibilidad (que me venia perdiendo) de poner primera y salir sin rumbo o con un rumbo bien establecido, me esta llevando a la posición de "vagabundo plus" y Pachacutec (mi perro) va sumando puntos y avanza rápidamente en esos rangos. 
No le alcanza la cola para demostrar su felicidad cada vez que abro el portón trasero de mi Berlingo, desengancho la cadena de seguridad a la que va atado y le digo "¡vamos!", para que salte al terreno que sea y se empache de aire, olores y paisajes. Si bien no todos los terrenos son de su gusto, muy pocas veces ha preferido volver a subir a su cómodo colchoncito, en la parte trasera del vehículo. Esas oportunidades fueron cuando pequeñas piedritas le lastimaron sus acolchonadas patitas o cuando molestas espinitas se le clavaron en ellas.
Subir, al inicio del viaje, para él es una fiesta, pero es una gran fiesta, como dije antes, el bajar en medio del viaje. Durante el trayecto se acomoda plácidamente y desaparece de mi vista que lo sigue por el retrovisor. Ni bien se detiene el vehículo se eleva como impulsado por un resorte y estudia el terreno que lo rodea y vuelve a caer cuando nuevamente se inicia la marcha. Apagarlo, lo impulsa a ilusionarse con el paseo y muchas veces mientras me alejo, veo sus ojitos tristes porque fue una falsa alarma y a él, esta vez no le toca. En esas oportunidades, espío su reacción. A veces ladra mientras me alejo, otras me sigue con sus ojitos hasta que desaparezco y al cabo de un rato se recuesta. Vuelvo sigilosamente y lo encuentro dormido, tirado en su colchoncito, un golpe en el vidrio lo revive, se incorpora raudamente y su cola inquieta, su lengua que cuelga húmeda y sus ojos brillantes de alegría, me reciben sin rencor. Me gusta despertarlo con el cerrado central. Al cabo de un tiempo de haberlo dejado solo y lejos del vehículo acciono el control remoto y el ruido de las trabas al abrirse lo impulsan con entusiasmo y lo veo a través del vidrio buscándome, hasta que me encuentra y adivino por el movimiento de su cabeza, que su cola impulsa esa alegría a todo el cuerpo, entonces abro el portón con la voz de ¡Quieto! y lo abrazo con fuerza, disfrutando yo de su cariño y supongo que el sintiendo lo mismo.



No se si todos entenderán  esta relación hombre/perro, pero no me importa, se que es una relación muy fuerte y los dos nos la demostramos constantemente, hasta con miradas. Ademas, debo admitir que gracias a él, he entablado conversaciones inimaginables con la simple respuesta a la pregunta de algún extraño: 




-- ¿De que raza es?
-- Labrador
-- Nunca había visto un labrador negro.
-- Se están viendo mucho últimamente, el que mas se ve es el color arena, también hay unos    de color chocolate que son bellísimos...














click sitio oficial











click sitio oficial



click sitio oficial









click sitio oficial








click sitio oficial















click sitio oficial 













click sitio oficial








click sitio oficial











No hay comentarios:

Publicar un comentario

PACHACUTEC

PACHACUTEC

ARGENTINA ES TU MUNDO. DATE UNA VUELTA

A TREINTA Y CUATRO AÑOS DE MALVINAS

115 NIETOS RECUPERADOS

SOLO VOS