miércoles, 10 de agosto de 2011












Blhoja 051 – FRAGMENTOS INCAICOS




Entre el mito y la historia


El siglo XX fue particularmente rico en estudios realizados con el objeto de identificar el lugar de origen mítico de los Incas. Estos (inevitablemente, por ser parte del pensamiento antiguo), partieron del supuesto de la existencia de un concepto concreto del mito del  Pacaritanpu o de la Posada del Amanecer [Esta palabra tan nombrada, dada la inexistencia de una grafía definida, fue escrita por los cronistas de deversas maneras, así tenemos: Pacaritanpu, Pacaritambo, Pacarictanpu, Pacarectanpu, Pacarectambo; de los cuales consideramos que la palabra Pacaritanpu fue la mejor transcrita.
Pacariui: El lugar donde uno nació (Bertonio, 1612, II: 1879: 241)
Paccarin: Amanecer. (Golzales Holguín 1608, 1989: 266)
Tanpu: Posada. (Ibid)
Pacaritanpu, se entiende entonces como Posada del Amanecer, la Posada donde uno Nació y que metafóricamente significaría, el lugar que atestiguo el inicio de un nuevo tiempo, o el nacimiento de una dinastía.], lugar considerado como adoratorio insigne, del cual (luego de ser creados en el lago Titicaca) la tradición consignó emergieron divinizados los primeros Incas. Sin embargo, pese a las numerosas y disímiles versiones existentes en cuanto a la ubicación de este famoso santuario, los investigadores enfocaron su estudio principalmente en el área geográfica que corresponde a la provincia cusqueña de Paruro, por que en ella se encuentra el pueblo de Pacarectambo (nombre asociado al lugar de origen de los Incas). Basados entonces, en la crónica de Sarmiento (1572), y en los numerosos topónimos que incluye en su relato (alguno de los cuales se pueden identificar en el área), pensaron haber resuelto el misterio [Pardo, 1946; Urton, 1989; Bauer, 1992; Angles, 1995]. Sólo posteriormente se sabrá que hasta 1571 –un año antes de que la historia de Sarmiento fuese concluida- no existía el actual pueblo de ese nombre [Urton, 1989. En Rev.Andina, Nº1].


Aquí caben algunas preguntas. ¿Qué es lo que indujo a los quipucamayoc –Sarmiento da el nombre de cuarenta y dos de ellos- a dar fe sobre esta parte de su historia?, ¿Fue tal vez ese hecho, el final y astuto acto con el que protegieron de la destrucción su mas preciado santuario?.


Esto parece haber sido así, hasta que más de cien años después de la llegada de los primeros españoles a Cusco, cuando no existía más el Imperio y la vigencia política y religiosa de su mito de origen se había desvanecido, Bernabé Cobo (1653), ilustrado sacerdote de la época, indagó una vez más en la memoria de las primeras edades, recibiendo de don Alonso Topa Atau, nieto del Inca Huayna Capac, la certificación de una versión, que ya no sólo daba una incierta dirección cardinal para ubicar la famosa Posada del Amanecer, sino que esta vez, consignaba la referencia de su ubicación precisa en Tambo, conocido también como Ollantaytambo; pueblo situado en la parte media del Valle Sagrado de los Incas, y uno de cuyos tramos superiores era conocido en la colonia como Valle de Yucay.

De esa versión, que luego Cobo (1956/1653 III: 147) publicó en su “Historia del Nuevo Mundo”, citamos algunos párrafos:

<<…Luego que fueron puestos (los Incas) por su padre el sol en la laguna de Titicaca, les mandó que tomasen la vía y derrota que gustasen… Y que despedido con esto el sol su padre, caminaron la vuelta del Cuzco, probando a hincar en la tierra la barreta de oro donde quiera que paraban, y que llegando al valle de Yucay, y bajando un poco más por la rivera del río que por el corre hicieron alto en Pacarictanpu (significa dormida que amanece) …así salieron de una cueva que está en el sobredicho asiento de Tanpu, Tambo, llamado Pacarictanpu por una ventana de piedra… de donde partieron al salir el sol, por cuya causa dieron aquel nombre a aquel lugar, encaminándose al valle del Cuszco..>>

Contrariamente a lo que contemporánemente se suponía, la tardía y por el mismo hecho, despreciada versión recogida por Cobo, contenía la punta del ovillo que condujo a los autores a explotar los derroteros dados por su obra, y contrastar todas aquellas que referentes al tema, hicieron posible identificar en el pueblo de Tambo u Ollantaytambo, no sólo los topónimos e hitos sagrados asociados al mito, sino también la famosa “Posada del Amanecer”, edificio cuya arquitectura y especial orientación solar, finalmente permitió comprender que esas aparentemente fantásticas imágenes (por el mismo hecho menospreciadas por los investigadores) contenidas en las diversas versiones que tratan sobre el origen de los Incas, eran también trubutarias de la ciencia astronómica que permitió a esta civilización, integrarse plena y armónicamente a la difícil Naturaleza que les vio nacer. No fantasearon entonces, cuando en 1542 (el más temprano relato al respecto) los quipacamayoc declararon ante el funcionario español Vaca de Castro, acerca del origen de los Incas:

<<… que manco Capac, primer Inca, había sido Hijo del Sol, y salido por una ventana de una casa y engendrado por el rayo o resplandor del sol… fue a los altos de una serranía donde está el valle del Cusco a vista…>> para luego fundar la ciudad.

Conozcamos entonces el escenario mágico de este relato.




El mito de la Posada del Amanecer, los hermanos Ayar y la fundación de Cusco


Una vez ordenado el mundo, Wiracocha se presentó en la forma de un hombre resplandeciente y creó a los Incas, entonces de entre ellos llamó al mayor a quien nombró Manco Capac y le dijo: << Tú y tus descendientes habrán de ser grandes señores y sujetarán muchas naciones, me reverenciarán como a un padre, y ustedes como hijos míos serán siempre respetados >>.  Y entregándoles por insignia el Tupayauri (que era un instrumento a manera de báculo de oro), les instruyó que donde éste se hundiese, sería voluntad suya fundar una gran ciudad.

Y dejando el lago Titicaca, caminaron al norte probando a hincar en la tierra el báculo de oro, hasta que hollando el espléndido valle de Yucay (hoy conocido como el Valle Sagrado de los Incas) y siguiendo la rivera del río que por él corre (Willcamayu o río sagrado), llegaron a Tambo. [Cobo (1653), 1956 III: 147]. Allí entraron a los sótanos profundos del Pacaritanpu, que quiere decir “Casa del Amanecer o Casa de las Ventanas” [Cabello (1586), 1951: 260-264]
En el tiempo la tierra se abrió en el Tanputtoco o Capacttoco [Tanputtoco: La ventana de Tanbo / Capacttoco: Ventana del rey. Betanzos (1551), 1880:10] (que es una construcción a manera de ventana dirigida a la tierra) y emergiendo de ella, Manco Capac fue engendrado por un rayo de la luz del sol [Vaca de Castro (1542), 1929: 6-12].




Salieron también de este lugar, los hermanos Ayar Uchu, Auca y Cachi, acompañados de Mama Ocllo, Cura, Ragua y Huanco, portadoras de las semillas de maíz y la dorada vajilla con la que los atenderían; mientras ellos, armados de alabardas de oro y hondas de trenzados nervios, caminaban dando vueltas de modo que la luz del sol se reflejara en los espejuelos de oro de sus regios vestidos.


Reconociéndose fuertes y sabios, reemprendieron su larga marcha, sólo entonces notarían el poder de Ayar Cachi, porque con un solo tiro de honda quebró una montaña, y con otros, la precipitó sobre el Valle causando gran daño a la Naturaleza, por lo que Manco Capac o Ayar Manco, que era el mas prudente, acordó con el parecer de sus hermanos apartarlo de ellos, y para esto le dijeron: Hermano, sabiendo que en el Capacttoco se nos olvidaron los vasos de oro y la Napa [La Napa era una alpaca blanca (Lamma pacos), cubierta por un manto colorado y orejeras de oro que llevaban los ricos incas como símbolo de su riqueza ganadera (Sarmiento, 1572/1960: 215)] que es nuestra principal insignia, conviene por el bien de todos que nos la traigas.

Así, dulcemente le rogaron para que volviera al lugar de donde salieron y donde finalmente quedó sepultado. Ese día la tierra tembló.

Después de haber llorado su muerte, acordaron con la gente de los alrededores levantar una población a la cual llamaron Tanpuquiro, que quiere decir “Aposentos como dientes”, y descuidados de su presencia, un día lo vieron volver sustentado en grandes alas de plumas pintadas. Ellos temerosos quisieron huir, mas él pronto les quitó aquel pavor diciéndoles: No teman ni se acongojen que yo sólo vengo a comunicarles que ya es hora que se empiece a conocer el poder que nos dio nuestro padre, les pido dejen este valle y prosigan hasta encontrar el lugar donde identificarán un templo suntuoso para venerar al Sol. Yo pediré a Wiracocha para que a la brevedad alcancen señorío y en un cerro que está cerca de aquí me quedaré; a pesar de ello, fue derribado de un hondazo y con un ala quebrada quedó finalmente hecho piedra [Cieza de león (1553), 1880: 20]




En la cosmología andina, estas conversiones en piedra, es decir, el paso de una forma de vida a otra, no implican un alejamiento definitivo de este mundo, sino que contrariamente se asume que los seres dede otro estado siguen contribuyendo al proceso dinámico de la vida. Es por ello que esta monumental escultura, a más de sus singulares características de expresión estética, fue concebida de modo tal que no solo nos muestra la expresión naturalista de su forma, sino también el contexto fenoménico que recrea el tiempo en el que de acuerdo a sus concepciones religiosas la Naturaleza toda se regeneraba.


El solsticio de invierno marcó en los Andes el tiempo del renacimiento del sol y el de la revitalización del mundo, y el de verano el de su madurez. Las características que asumen las imágenes del sol en los dibujos de Guaman Poma (1613), evidencian estos antiguos conceptos.

Después de sucedida esta conversión en piedra, convocaron a diez Ayllus o grupos comunitarios y con ellos se dirigieron a buscar el lugar indicado. Encabezaba el cortejo, Manco Capac llevando en una de sus manos el báculo de oro, y en la otra; protegido por una canastilla el sagrado pájaro Indi, de quién decían ejercía un extraño poder sobre los que lo seguían.

No satisfaciéndoles las tierras encontradas, retornaron a Tanpuquiro donde Mama Ocllo mujer de Manco Capac, parió un hijo al que llamaron Sinchi Roca. Pasadas las fiestas hechas por su nacimiento, reemprendieron la marcha que esta vez los condujo a los pies de una montaña a la que llamaron Huanacauri. Alli decidieron su destino. Manco Capac que ya tenía un hijo, los encabezaría, Ayar Uchu quedaría como huaca o lugar sagrado, y Ayar Auca desde donde le mandasen tomaría la tierra que habrían de poblar. Hecho esto, volvieron sus ojos a la cumbre de la mensionada montaña y vieron un arco iris, al que tomaron como señal de que el mundo no volvería a ser destruido por el agua; mas la suerte de Ayar Uchu estaba echada, pues quedó hecho piedra en el lugar donde nacía el arco del cielo. Luego, avanzando a la cima otro tanto, probaron a hincar el báculo de oro que finalmente se hundió. Fue desde ese lugar que Manco Capac vió tierras fértiles y dirigiéndose hacia ellas localizó un promontorio que penetraba en la ciénagas asociadas a un enorme valle y mostrándoselo a su hermano Ayar Auca le dijo: mira aquella piedra y ve allá volando (porque dicen que le habían nacido unas alas), y sentándose allí tomarás posesión del lugar. Oídas estas palabras, hizo lo que le mandaba, para finalmente quedar convertido en piedra, cual hito de posesión que en la lengua de este valle se denominó Cusco [Sarmiento (1572), 1960: 213-218].

Gracilazo de la Vega (1609), da para el nombre del Cusco una significación en el símbolo muy parecida, y dice que Cusco, que proviene de la palabra Quechua Qosqo, significa ombligo del mundo.





Nace un centro ceremonial llamado Inticancha


Es a partir de este mito que los quipucamayoc, registraron los sucesos que devinieron en el tiempo, y contaron, siglos después, los hechos del linaje de los Incas. Entre estos, narraron cómo en el amanecer de esta civilización, apareció en el valle de Cusco reflejando sus áureos vestidos la luz solar el Hijo del Sol y tras suyo el gentío que aglutinado en esa imagen, tomó el promontorio situado entre las ciénagas alimentadas por dos ríos (Saphy y Tullumayu), para allí Manco Capac fundar el Inticancha o Recinto del Sol; no sin antes Mama Ocllo, mujer suya e indómita guerrera, echara a la gente de los señoríos del lugar.

Nacía entonces a 3,350 msnm. en un valle de clima sano y seco, rodeado por un mar de montañas, un centro ceremonial, y también empezaba a latir el corazón del que vendría a ser el Imperio de las Cuatro partes del Mundo o del Tahuantinsuyu. Delimitaron luego cuatro espacios llamados canchas, alrededor del templo que atesoraba la piedra en la que se había transformado Ayar Auca, y allí se afincaron para venerar al sol y ver fructificar sus maizales.

No habría de pasar mucho tiempo, antes de que parte de los alrededores del Valle tributase al templo, y Manco Capac viéndose viejo ordenara que los diez ayllus que acompañaron su gesta desde la Casa del Amanecer, se tornasen en protectores de su panaca o linaje; dejó finalmente el poder a su hijo Sinchi Roca, y a su linaje, su huanque o su “doble” como oráculo que sería reverenciado en la imagen del pájaro Indi.

Desde entonces, y en versión transcrita por Sarmiento de Gamboa (1572), se sucedieron Incas que consolidaron su poder en el valle del Cusco hasta el gobierno de Inca Roca, sexto de la dinastía, tiempo en el que los Hijos del Sol abandonaron el templo y fijaron su residencia en los alrededores. Culminaba quizás así el período marcado por el centro ceremonial y nacía finalmente una Ciudad, que en adelante y luego de superar el asedio de pueblos guerreros llegados de las profundidades montañosas del Apurimac, florecería bajo la égida de Inca Yupanqui.




Pachacutec, Inca Yupanqui


Descrito como un hombre noble, cuyo destino aparente lo alejaba del poder, Inca Yupanqui revirtió esa condición al defender del acoso de los guerreros Chancas la sagrada ciudad de Cusco, en esa circunstancia desamparada por su temeroso padre el Inca Wiracocha y su sucesor Inca Urco. Victorioso al fin y contra el designio de la tradición, se ungió con la borla imperial aclamado por el pueblo con el nombre de Pachacutec (El Transformador del mundo).

Político hábil, conocedor de la trama con la que estaban tejidos los intereses de los antiguos linajes que se disputaban el poder, peregrinó a la Casa del Amanecer instituyéndola como oráculo y adoratorio universal, para luego de reformar los calendarios y tomar para sí el pueblo de Tambo, finalmente someter a todos aquellos que cuestionaban la legitimidad de su gobierno [Sarmiento (1572), 1960: 237-239].

En el tiempo, y después de estructurar un gobierno de corte piramidal con el Inca en la cúspide, sostenido por la nobleza de sangre, la de privilegio y el pueblo, y administrando sus recursos mediante un sistema de contadores decimales (el jefe de familia respondía a otro que controlaba diez, y así hasta llegar al que controlaba diez mil), inició la reconstrucción del Cusco, que por trazo y disposición suya, dejó el barro y la paja para tomar la piedra como material que se utilizó para cimentar y edificar las estructuras que consolidaron su imagen y poderío. Veinte años y mas de cincuenta mil hombres, trabajaron incesantemente edificando acueductos, almacenes, templos, palacios y cuanto necesitó la Ciudad que poco a poco asumió la forma de su tótem, el puma.

Del corazón de esta ciudad, que fue su plaza principal, hacia las cuatro partes del mundo, dirigió también los caminos que junto a sus ejércitos tomaron las tierras altas, estableciendo en cada jornada lugares de descanso y aprovisionamiento a los que llamaron tambos. Allí disponían de sal, papas, quinua y llamas con las que descendieron al límite de las selvas para regresar cargados de coca, oro, alimentos y plumas multicolores.

Otro de los tantos caminos que en el tiempo de su apogeo se entretejieron en una red de más de 23,000 kilómetros [Hyslop, 1992: 54-56], se dirigieron también bordeando los profundos abismos de su territorio montañoso, o sorteándolos mediante puentes suspendidos entre cortadas rocas, para tomar los escasos valles interandinos y aquellos situados en el desértico litoral costero. Maíz, frijoles, ají, algodón, maní, pescado seco, conchas marinas, entre otros, refluyeron por los mismos como tributo a la sagrada Ciudad, y para la plaza donde estos caminos nacían; fina arena del mar.




Llegaron también a ella, (desde Pasto, Colombia al norte, y en su extremo sur, el río Bio Bio en Chile) los gobernantes y la flor de las provincias sujetas, entre ellos; alfareros, orfebres, tejedores, alarifes y las imágenes sagradas a las que veneraban, de modo que recorriendo la ciudad, decía Gracilazo (1609) << se veía y comprendía todo el imperio como en un espejo o una pintura cosmográfica >> (…)



CUSCO Y EL VALLE SAGRADO DE LOS INCAS
Fernando E.Elorrieta Salazar.
Edgar Elorrieta Salazar.
Perú - (2004)



1 comentario:

  1. porfavor quisiera descargar esos libros de la historia de los Incas en pdf para leerlo en mi table, sabes donde puedo descargarlo???

    gracias

    David

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