Blhoja 029 .TIERRA DEL FUEGO 2000 - CAMINO A USHUAIA
Madrugamos ese 13 de Febrero. El bus partió a las 7 rumbo a Ushuaia. Estaba cada vez mas cerca y mi corazón meta galopar. Encendí mi filmadora para guardar esos paisajes que comenzaron llanos, con algunas ondulaciones de vez en cuando. Verdes amarillentos manchados por el techo rojo de algún galpón de estancia, el reflejo plateado de algún riacho serpenteante y el oscuro marrón rojizo de decenas de guanacos que pastoreaban tranquilamente sin molestarse por el paso del bus. La ruta Nacional 3, en un principio se acerca al mar y luego comienza a meterse en manchones boscosos que se combinan con la estepa magallánica y pequeños turbales. El horizonte se ondula cada vez mas y de pronto aparece un pequeño poblado llamado Tolhuin. Con un poco mas de mil habitantes esta joven población nacida en 1972 se ubica a 130 kilómetros de Río Grande, quedando a mitad de camino hacia Ushuaia. El micro ingresa al poblado y se detiene en la tradicional panadería que hace a la vez de estación, donde descienden y hacienden pasajeros mientras que el chofer y gran parte de los viajeros aprovechamos a tomar algo calentito y comer algunas exquisiteces. Seguimos viaje y a unos pocos kilómetros descendemos en la cabecera del Lago Fagnano donde se encuentra la Hostería Kaiken. El bus continúa su viaje y quedamos solos en medio del estupendo paisaje. Sigo estando en lugar reconocible. La parada en ese sitio tiene como objetivo echar una mirada al panorama, pero con otros ojos. Dieciocho años atrás lo veía por primera vez, vestido de colimba, con diez o doce compañeros y un cabo pelotudo (como dije en otra blhoja) a lo gritos, arruinando el sonido original de eso que era, un paraíso.
Y seguía siendo un paraíso, pero sin la escenografía de ese reducto militar. Solo quedaba una casa casi en ruinas y el destrozado bunker construido en el ´78, cuando el conflicto con Chile, y que sirvió en el momento en que allí estuve, como dormitorio, para los que fuimos a pasar esa semana de trabajo y sosiego.
El lago, imponente como entonces, calmo y majestuoso, me saludaba como reconociéndome o creí que eso hacía mientras lo contemplaba embelezado. Aquí también busqué las nostalgias del pasado que no pararon de zumbar por mi cabeza durante estos años y al fin quedé satisfecho. Conforme con haber vuelto al lugar y enterrar definitivamente ese pasado como un fantasma y hacerlo renacer como recuerdo. Notable diferencia, ya que como dice Eduardo Galeano, recordar, es volver a pasar por el corazón.
LA RAÍZ DE LA PALABRA “RECORDAR”
Radialistas.net
Y hablando del gran escritor uruguayo Eduardo Galeano, hace poco lo escuchaba decir que cada vez escribe menos, que cada vez piensa mas lo que va a escribir y reescribe y utiliza cada vez menos palabras para contar sus historias: historias cortas, cortísimas y efectivas. Porque va aprendiendo esa lección que alguna vez le dio el otro gran escritor uruguayo, Juan Carlos Onetti, que decía que los chinos creían que las únicas palabras que merecen existir son las palabras mejores que el silencio. Lamento queridos lectores exponerlos a tantas palabras, es que me falta tanto para llegar a tal grado de excelencia. De igual forma, no creo que leyendo a Galeano (aunque lo recomiendo fervorosamente) se enteren que me paso, después de salir del lago Fagnano. Aquí sigue. Claro esta, sin la calidad del maestro.
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