martes, 18 de enero de 2011













Blhoja 041 - FRAGMENTOS: MILAGRO EN JUJUY





“De lo social sale esta historia. Es lo social lo que se le opuso en Jujuy hace ya diez años al neoliberalismo que pisó esa provincia marginal, la de índices de pobreza y desocupación mas altos en esa década. Fue la organización social, la protesta social y los líderes sociales los que florecieron como síntomas de resistencia. Y quizás Jujuy sea hoy mismo, en este mundo de capitalismo salvaje y global, dopado con la concentración financiera y el martirio planetario que implica la producción a gran escala, un ejemplo, o una advertencia.
Pero todo esto es abstracto y Milagro Sala y la Tupac Amaru son concretos. A Milagro no le gusta andar teorizando mucho. Ella opera en la realidad, incide en la vida cotidiana de las decenas de miles de personas que ahora en todo el país integran la organización. Ella se empeña en las soluciones, se obsesiona con encontrarlas. Cree en un mundo mejor y habla de eso, pero a ese mundo se accede con los actos, inspirados en ideas sencillas pero de mucho peso.
Para encontrar soluciones, la Tupac Amaru tiene muchos recursos, y todos los consiguió con lucha. Porque al principio de todo, hace diez años, lo que había era un grupito de diez personas que después fueron cincuenta y que durante varios meses se juntaron en una piecita del local de ATE en San Salvador. Se juntaban para compartir su desolación. Hasta que Milagro decidió salir a los barrios, y de la nada; cuando no había Estado ni contemplaciones, cuando Carlos Menem todavía era rubio y de ojos celestes para el gran público, la Tupac Amaru comenzó a emerger.
Emergió con Milagro desafiando en los barrios a los pibes más bravos, a los mas pesados. Los desafiaba a dejar de ser los giles que choreaban y que caían en cana. Los provocaba con hacer algo de lo que estuvieran orgullosos. Hubo que “hacerles la cabeza”, dice ella. Pero ella, en aquel mundo marginal de una provincia marginal de un país marginal, ya era Milagro y ya tenía un nombre. La conocían entre otras cosas porque había vivido en la calle y había estado presa, pero también porque, estando sola y con dos hijos propios, había adoptado a una docena de pibes de la calle. La conocían porque la veían encabezar las marchas, tragarse los gases, liderar las tomas. Y era desde esa fortaleza y ese coraje que Milagro recorría los barrios proponiéndoles a los pibes más pesados que dieran de comer a los niños. Que dieran ese ejemplo.
Un hombre hoy todavía muy joven y con un cargo crucial en la organización, finanzas de las Cooperativas, evoca esos tiempos. 'Yo choreaba. Y me empezaban a decir en el barrio vamos a ATE, vamos a ATE. A qué íbamos a ir, les decía yo. Uno de ellos ya la conocía a la Milagro. Fuimos y nos dijeron que podíamos compartir un bolsón de mercadería o un plan pero si hacíamos una copa de leche. Yo no entendía. Pero lo hicimos. Lo fui entendiendo mientras lo hacía. Construimos un horno de barro en el barrio. Al principio los padres de los chicos no querían saber nada. Que merienda, vino les van a dar ustedes, nos decían. Pero hicimos el horno de barro, y lo vieron. Y de a poco vinieron con sus hijos. Y eso cambió nuestro lugar en el barrio. Y nos cambió a nosotros. Nunca habíamos hecho nada como eso. Pero eso era lo que queríamos hacer'.
Las denuncias irracionales del senador Morales –que Milagro manejaba el narcotráfico, que les pegaba a las mujeres, que armaba a su gente, etc.--, terminaron siendo un boomerang de rara especie en el país. Queriendo ensuciarla, Morales la visibilizó. La Tupac Amaru ya venía construyendo casas y redes sociales hacía una década, en silencio. Era acaso un secreto muy guardado. Su existencia y su esencia, así como la de su líder, no trascendían a nivel nacional. Los grandes medios, después de las denuncias, mandaron sus enviados a ver si con la Tupac Amaru podían ensuciar en una doble dirección: hacia el gobierno nacional y hacia los movimientos sociales.
Escribo en un Bicentenario que la Tupac Amaru, igual que otras organizaciones comunitarias y sociales, vienen a interpelar frontalmente. Su esencia indígena, aymará, la define en un país que eligió, en los 80 del siglo diecinueve, mirarse en un espejo blanco y erigirse en el oasis racial europeo de América Latina, según el discurso dominante.
En el NOA, en la región más pobre, en la provincia más marginal, en la que más latigazos recibió en los 90, emergió un liderazgo femenino y aymará. De ese liderazgo y de diez años de trabajo sostenido, sale hoy una organización descomunal, de una espiritualidad muy andina y muy fuerte, que se extiende a quince provincias argentinas. Jujuy es hoy el lugar de referencia para un tipo de organización social de lógica muy simple y de disciplina muy alta. (…) nadie puede integrarse a la Tupac sin haber ofrecido su iniciación, que es armar, con los recursos que él mismo sea capaz de generar, una copa de leche. Dar de comer es el primer acto de pertenencia a una organización que une en su cosmovisión lo femenino y lo masculino. Dar de comer aquí no es un acto femenino, sino humano, femenino y masculino al mismo tiempo.”

tomada de la red


“El influjo que irradia la Tupac empieza con una inmersión en una experiencia y en un modo de estar en el mundo. Uno se sumerge en un ánimo y en una energía que destilan seres y cosas, y en la naturaleza. Hablé con mucha gente que visitó el barrio. Es algo que sucede. Es otro paradigma. Otro deporte. Otra canción. Es otro abecedario. A uno lo embarga algo que percibe hasta en los perros que yacen tirados al sol mientras el ritmo de trabajo en los obradores se sostiene.
Ese primer viaje lo hice entre otros con Aurelio Narvaja, el editor de esta editorial, Colihue, y con él habíamos recorrido el CEMIR, que estaba pronto a su inauguración. En la recorrida me emocionó la emoción de Aurelio, que se puso a llorar con mucha hombría mientras el director técnico de la obra, un maestro mayor de obra (,,,), nos detallaba ese enorme lugar preparado para personas discapacitadas. El maestro mayor de obra Miguel Molina nos había contado que a la pileta climatizada del CEMIR querían traer unas grúas especiales para sumergir a los discapacitados motrices. Nos había contado para que discapacidad estaba pensada cada rampa, picaporte, inodoro, juego de plaza. Se lamentaba de no haber llegado a tiempo a señalizar el piso con lenguaje Braile. Pero, explicaba habían tenido que terminar la construcción de este centro en cinco meses. Un miembro de la Tupac muy cercano a Milagro me confesaría meses después que ese es su momento contemplativo favorito: ‘otear’, dijo, cuando la gente llega al barrio por primera vez, y advierte que todo eso es posible. Yo también lagrimearía lo mío en medio de entrevistas, escuchando a alguien cantar, o pensando a la distancia. El núcleo de uno imprevistamente es tocado por eso que transcurre en la explicación sesuda sobre una canalización, un proyecto, una inauguración, una historia personal que juntó con otras.
La Tupac en si misma es un gigantesco mecanismo de inclusión. Nadie está solo. Se han puesto de acuerdo, miles y miles, para mejorar sus días reales, los que les tocaron en suerte, sus días en esta vida. Y son mejores ahora que si se enferman tienen médico y que para los cumpleaños nunca falta ni la torta ni el regalo. El núcleo de uno que de pronto es tocado se corresponde con los sueños. Es la parte de la política que tiene línea fronteriza con los sueños.
Los cuadros medios de la Tupac rondan los treinta años. Son aquellos niños de los ’90, los que estaban destinados a ser la cloaca del país. Y sin embargo, miren. Están ahí, con sus familias y sus cascos de obra, sus delantales y sus trofeos deportivos. Sus propios hijos son los niños del barrio. Los reyes y las princesas de ojitos achinados que nadan en las piletas. Hay algo de irreprochable y de inequívoco en eso. El núcleo de uno se rinde al ser tocado por lo que expresan todos ellos.
--¿Quiénes somos compañeros?—pregunta Milagro desde un escenario una tarde de invierno. Estoy viendo un video que grabó hace unos años el director Miguel Pereira –ya hablaré de su generosidad para con este libro--. Había  visto su documental valiosísimo en el que descubro caras conocidas y que me ayuda a contextualizar mis impresiones.
--¿Quiénes somos compañeros? –pregunta Milagro a las largas columnas profusamente embanderadas que han colmado la plaza del centro de San Salvador.
--¡Tupac Amaru! –grita la multitud.
--¿Quienes somos compañeros? –pregunta de nuevo Milagro.
--¡Tupac Amaru! –repite la multitud.
--¿Qué queremos, compañeros? –sigue Milagro.
--¡Trabajo, educación, salud! ¡Trabajo, educación, salud!
Esas columnas que veo en el video ya habían concretado la primera etapa de construcción de viviendas. Cosechaban. Pero antes había tenido lugar, en tiempo y espacio, el trabajo minucioso de Milagro y del núcleo original de ATE Jujuy, liderado por Fernando ‘Nando’ Acosta. Habían surgido como organización desprendida de ATE porque su propio crecimiento les impuso un nombre propio. Iban a ser la FVT Jujuy, pero Milagro quería tener un nombre propio, una organización que respondiera por sí misma. Se lo dijo a Nando y Nando sugirió ‘Tupac Amaru’.
Esas columnas que gritan en la plaza son el resultado de la inspiración de una mujer, que tejió redes personales y políticas en la calle desde los catorce años. De una mujer que sigue buscando a su madre biológica, y cuyo carácter está marcado por su madre adoptiva. Una mujer kolla que fue de adolescente la mensajera del gobernador Carlos Snopek, que estuvo presa y fue absuelta ocho meses después. La mujer que en los 90 se había acostumbrado a la protesta social que terminaba con tomas a la Casa de Gobierno, y que se animó a confesarse a sí misma que así no cambiaba nada. Solo el gobernador. A Milagro lo que le interesaba cambiar era la vida de todos ellos.
La apuesta fue muy fuerte, un poco delirante. Nando se quedó en ATE y Milagro salió a la calle, a los barrios, a armar una organización social. En esos tiempos arreciaba el menemismo, en los barrios estaban los punteros, y el hambre roía en los estómagos. Había que hacerse un lugar, había que dar confianza. Y Milagro para eso no buscó ni al médico, ni a la maestra, que no había ni una ni otra cosa en esos barrios: buscó a los que mejor conocía. A los quebrados, a los marcados con la cárcel o la nausea de la droga, a los pibes de la esquina. Ella sabía que el origen de todo el sufrimiento era no quererse nada. El origen de muchas tristezas y desánimos, por un lado, y el origen de una dominación, por otro. Milagro apostó a esos pibes.
Me dijo Milagro: ‘Hasta ese momento no se trabajaba así. Teníamos a la política y a los sindicatos trabajando con las mujeres para una cosa, los hombres para otra, los jóvenes por su lado. Los viejos y los jóvenes no se juntaban. Los jóvenes decían =esos viejos de mierda=, y los viejos decían =esos pendejos de mierda=. Y todos nos discriminábamos entre nosotros. Nos cagaban de hambre y nosotros nos discriminábamos entre nosotros. Es muy profunda esa discriminación. En la asamblea yo preguntaba: ¿Quiénes son desocupados?, y levantaban la mano doña Marta, el hijo, el vecino. Todas manos levantadas. Entonces yo les dije eso desde el principio: ¿vos sos peronista?. Mucho gusto, te felicito, yo también soy peronista. ¿Vos sos radical?. Mirá que bien, te canto tu marchita, que me la se: adelaante, radicaales, ¡ves?. ¿Vos sos zurdo?. Muy bien. Pero acá todos necesitamos trabajo, y lo tenemos que conseguir juntos. Así que, compañeros, acá nos sacamos todas las otras camisetas y nos ponemos esta, acá no importa quién es más vivo o quien tiene mejor lengua. Porque los que vamos a la cárcel no somos los vivos, somos los giles. Estamos hartos de ver políticos robando y ninguno va a la cárcel. Si nosotros choreamos un pasacaset, listo. Así que vamos a hacer una organización, pero con códigos. Muy estrictos. En la casa, respeto por los demás. Por el papá, la mamá, la mujer, el marido, sobre todo los niños. Respeto es lo que todos necesitamos y lo que tenemos que ofrecerle a los demás. Y a veces hay historias. Una vez me vino a ver una señora que no era de la organización, y me dijo que el hijo le había pegado. ¿Cómo que tu hijo te ha pegado?, le pregunte, porque esas cosas no pueden pasar. Me dijo que lo había sorprendido aspirando poxi ran, que lo había retado y que el chico le había pegado un golpe. Fuimos a buscar al chico al Alto Comedero. Yo le dije de todo. Pendejo de mierda, ¿cómo le vas a pegar a tu mamá? Le pegué un cachetazo. Y el chico se sienta así, de pronto, con rabia, y me dice que la madre trabaja por horas y que son ocho hermanos. Que tiene hambre y que aspira para olvidarse del hambre. Yo le dije: ¿si te damos un trabajo volvés a estudiar?. Dijo que si. Yo nunca me olvido porque ese chico apenas pudo, con su sueldo, le compro un lavarropas a la mamá. Y porque  el año pasado terminó la secundaria. Por eso de esa historia no me olvido’
Eso es lo que va haciendo surgir el influjo. Uno se emociona de la emoción de los otros, y los otros se emocionan con la de uno. Se intercambia. Los sentimientos están a flor de piel. Las necesidades básicas están satisfechas. Lo han logrado con su propio trabajo. Trabajan de sol a sol. La Tupac Amaru, como organización social, es profundamente política y al mismo tiempo profundamente emocional.
Eso lo irradia Milagro Sala. Ejerce un liderazgo natural, que se gana dando el ejemplo".


tomada de la red


"LO KOLLA QUE APARECE ADENTRO, EN EL PASADO Y EN EL CAMINO

Milagro fue una empleada estatal, pero desde su adolescencia ya fue delegada. Inevitablemente se me presenta otro sentido de la palabra ‘delegada’. Fue una hija delegada. Y así me seguirá pasando con los puentes entre su historia personal y su historia como dirigente. A medida que Milagro Sala va pasando de ser una dirigente social jujeña a ser esta mujer que veo y escucho en diferentes circunstancias, de la que sé después de todo lo que ella me deja saber, y que es mucho menos de lo que ella le deja saber a sus compañeros y a sus seres queridos, esos puentes se me hacen inevitables, aunque no dejan de ser solamente un punto de vista.
Militó desde que estuvo sola. Fue su manera de estar con otros. Quizá, como dice Raúl, ‘su alma kolla’ la haya llevado a la militancia. También la llevó su época, su contemporaneidad con lo que sucedía en Jujuy en los 90. Y su origen, kolla. Es un cóctel inesperadamente muy argentino el que encarna Milagro. De una argentinidad sin embargo muy opaca, muy ausente de los folletos sobre la argentinidad.

--¿Cómo empezaste a trabajar en la administración pública?
--Yo de muy chica milito en el peronismo. Desde los catorce años, cuando me fui de mi casa. Y a los dieciséis años ya era mensajera privada del gobernador Carlos Snopek. Era la mensajera de sus internas políticas.

--¿Y por que fue que te hiciste peronista?
--Porque me sentía identificada con ellos, con Evita. Hay una historia muy bonita. Mi mamá estudió enfermería gracias a Evita. Ella le escribió una carta a Evita y Evita le mandó una máquina de coser. Yo me acuerdo que tendría cinco, seis años, y mi mamá llegó a casa diciendo que se había muerto Perón. Como lloraba mi mama. Y mi papá la llevó a mi mamá al velorio de Perón, la llevó a Buenos Aires. Así era mi familia. Me ha quedado todo eso, y por eso me hice peronista.

--¿Cómo llegaste a la militancia en ATE?
--Cuando salí de la cárcel. El Nando era el que me estaba esperando el día que salí. Era el que estaba en la calle cuando se abrieron las puertas de la cárcel. Yo a Nando lo conocía desde chica, porque los dos éramos de la Juventud peronista, pero yo le decía que el era de la Juventud Peronista cheta. Ellos tenían una unidad básica acá en la ciudad, y nosotros en el asentamiento. Ellos nos rompían los congresos y nosotros se los rompíamos a ellos. Pero cuando yo caí en cana, él, que era delegado, me iba a ver. Y cuando salí me fue a esperar. Y ahí me dice que fuera a laburar a ATE con él, él me hizo entrar. Y yo le decía no, que no, que va a ser para quilombo, porque cuando uno sale de la cárcel tiene una mentalidad un poco tumbera, ¿no?. Te parece que no podes volver a estar entre la gente. Por eso yo comprendo a los que tienen antecedentes. Están preparados para que no los acepten en ningún lado. Y él me incorporó con él a ATE y me hizo trabajar ahí. Ahí comenzaron las luchas sociales.

--Nando fue tu referente
--Sí, fue y es. Él nos bancó a todos. Yo le debo mucho. Nunca me discriminó ni por ser mujer ni por ser pobre. Tampoco cuando estuve en la cárcel. Eso es muy importante.

--Y en ATE entonces empezó tu militancia social.
--Sí, con Nando. Lo que me beneficiaba a mí para la militancia es que yo conocía todas la villas, los asentamientos. Los conocía de adentro, sabía quién era quién. Vivía ahí. Los pibes de las villas me respetaban. También me conocían los hinchas de gimnasia, porque yo siempre fui a la cancha. Yo me hice hincha de gimnasia por mi abuelita. Ella siempre estaba tejiendo y escuchaba por radio los partidos. Tomaba mate y escuchaba. El partido de gimnasia o el de River. Era hincha de los dos equipos.

--¿Cuánto tiempo pasó entre que empezaste a militar en ATE y empezó a nacer la Tupac Amaru?
--En la década del 90 comenzamos nosotros con grandes conflictos. Vino la ola de desempleo. Caen cinco gobernadores acá en la provincia. Estábamos muy mal. Acá los 90 fueron muy fuertes. Había mucha crisis. Hablamos con Nando, por qué pasaba. Por ahí uno salía en TN, en Crónica, en los medios nacionales por las luchas, porque caían gobernadores. Pero el asunto no era hacerse famoso. El asunto era el otro día. Nosotros nos dábamos cuenta de que caían los gobiernos pero la crisis seguía. Se hablaba de la luchas, pero no se solucionaba nada. Yo ya era Secretaria Gremial  de ATE, y empezamos a hablar de política. Teníamos que tomar otro rumbo. Nando me dijo bueno, uno se queda en ATE y el otro trabaja en movimientos sociales.

--Nando se quedó en ATE.
--Y yo empecé con los movimientos sociales entonces, porque tenía la ventaja, como te digo, de conocer de adentro los asentamientos. Ahí fue que comenzamos a armar la CTA. Y ahí fue que empezamos también a recorrer los barrios y a armar las primeras copas de leche. Lo más urgente era alimentar a los niños. La idea era la copa de leche, pero cuando nos dimos cuenta ya estábamos armando centros comunitarios, roperos comunitarios, y uno decía y ahora qué mas hacemos. Los planes, los bolsones de comida, todo lo que había que conseguir lo teníamos, pero no alcanzaba para nada. Para nada de nada. La gente estaba muy mal. Necesitábamos mucho más, porque los pibes ya no eran pibes, eran grandes y querían trabajo. Los pibes que primero alimentamos empezaron a pedir trabajo, y nosotros teníamos que crear la manera de que lo tuvieran.

--Las urgencias se iban multiplicando.
--Es que lo primero era comer, claro, pero cuando el pibe ya comió y creció, necesita ganarse la vida. Acá no tenían manera de hacerlo, de mantener a su familia, y se repetía la historia. Nosotros en ese momento contra lo que luchábamos era contra una historia que se repetía. Y ahí nos dimos cuenta de que había que limpiarles la cabeza a esos chicos. No era fácil cambiarles la cabeza. Los pibes estaban acostumbrados a que llegaran épocas de elecciones, que vinieran los políticos a darles un choripán o un plan, y listo; después si ganaban ellos no se volvían a acordar. Lo políticos cuando ganaban se olvidaban de hablar de los pobres. Así fue siempre y así iba a seguir siendo. Eso era lo que había que cambiar.

--¿Siempre tuvieron la intención de crecer, de expandirse, o fue algo que sucedió?
--No se si queríamos crecer, por lo menos no queríamos crecer por crecer. Lo que queríamos era recuperar la dignidad. Que un padre de familia tenga trabajo, que pueda darles de comer a sus hijos. Eso era la dignidad. Si para lograr eso había que crecer, crecíamos. Los 90 fueron durísimos, fueron terribles. Estábamos todos muy mal. No solamente en lo económico. Esos años nos hicieron mucho daño por dentro. Las familias que estaban bien estructuradas se habían comenzado a desarmar. Los chicos habían dejado de estudiar, los padres de trabajar. Muchos jefes de familia empezaron con el alcohol. En muchos casos se separaron los matrimonios y los hombres se fueron de la provincia. Las mujeres se quedaron solas con sus hijos, y los hijos empezaron a pasar hambre. Se entró a destruir todo. Todo fue muy feo, muy doloroso. Se sufrió mucho.

--¿Vos fuiste despedida?
--No, yo estoy con licencia gremial. Yo nunca dejé ATE. Pero así se dieron las cosas, desde aquellas charlas políticas con el Nando, después de los 90. A mi me tocó bajar bien al llano, mi lucha fue que si yo tengo un trabajo, que todos tengan un trabajo. Yo tenía que recuperar a esos compañeros que habían trabajado en el Estado, o que habían tenido contratos, o que eran jornalizados, y que se habían quedado sin nada. Y esto, bajado al llano, fue muy duro. Porque los jujeños somos pocos y nos conocemos todos. Te imaginas que en el barrio, a Pedrito, que lo han visto crecer, que lo han visto formar una familia, te duele verlo golpear a la mujer o ponerse a chupar. Vos ves cómo crecen de mal los hijos de Pedrito. Eso pasaba mucho en los barrios, todos estaban mal. Y era feo, feo estar así. Cómo sacábamos a los pibes de la droga, del choreo. La década del 90 nos reventó a todos, a los que fueron despedidos y a los que tuvimos trabajo. Nadie se quedó a salvo, porque vivíamos en los mismos barrios, éramos vecinos, parientes unos de otros. Desde el principio supimos que primero venían por los mas pobres, por los desocupados, y después seguían con los trabajadores. Dicho y hecho. Privatizaron las jubilaciones. Ver todo eso… Algo teníamos que hacer. Alguien tenía que hacer algo.

--¿En esa época empezaste a trabajar con German Abdala?
--Sí. Nando me presenta a Germán. Conocí al Grupo de los Ocho. Comenzamos a charlar con ellos. Hice dos años de capacitación política en ATE. Germán terminó de hacernos entender muchas cosas a nosotros. Y mas allá de mi historia personal, yo me siento una persona con mucha suerte. Una protegida de la Pachamama. Aunque no sepa quién me ha parido, a pesar de los años en la calle, de la cárcel, yo no me puedo quejar. Tengo la suerte de que me gusta trabajar. A mi no me gusta que me den nada de arriba. Quiero yo estar segura de que me gano lo que me dan. Eso es parte de la formación que me dieron mis padres, y parte de mi formación política. Uno no debe vivir del Estado. Por supuesto que el Estado tiene obligaciones con uno, pero uno tiene responsabilidades con el Estado. Hubo que cambiar una mentalidad.

--¿Qué es lo que más recordás de Germán, qué es lo que hizo que la escuela de la Tupac lleve su nombre?
--La pureza que él tenía. Como político. Era muy puro. Él soñaba con un movimiento político y social transparente, donde no hubiera nada que ocultar. Quería un pueblo libre, con dignidad. Él quería la independencia. La independencia de poder hacer. Y la independencia de discutir política en serio. Germán decía que había que discutir la balanza entre ricos y pobres. Hay muy poquitos ricos y muchos millones de pobres. Hay que mover esa balanza. Germán no hablaba de un mundo sin ricos, pero si de un mundo sin pobres. Él decía: ‘Que los pobres suban. Que haya una equidad’. Nosotros no queremos tocar la fortuna de los ricos, porque queremos que los ricos nos paguen bien a nosotros. A nosotros no nos convienen patrones pobres. Pero nosotros tampoco queremos ser pobres. Algunos dirán que esto es una utopía, pero lo que hoy estamos logrando en la Tupac es que los compañeros que fueron muy, muy pobres, hoy están comenzando a subir poquito a poco. Recuperan sus ganas de vivir.

--Cuando la Tupac Amaru nace, ¿qué era hasta ese momento?
--Era CTA. Era ATE. Lo que en otros lugares se llamaba Federación de Tierra y Vivienda. Nosotros no tenemos problemas ni diferencias con D´Elia, nos hablamos bien. Pero no queríamos ser FTV. Queríamos un nombre propio. Primero pensamos en llamarnos Movimiento Che Guevara, lo hablamos con Nando, le dijimos. Y Nando me decía no, pero si vos querés algo propio, hay que buscar otra cosa. Y una noche me llama y me dice: ‘Che, ya sé cómo puede llamarse la organización: Tupac Amaru’. Yo escuche, repetí: Tupac Amaru, Tupac Amaru. Y le grité: ¡Tenés razón! Fue el primer revolucionario latinoamericano. Si. Somos la Tupac Amaru. Después nos sentamos tranquilos y completamos el nombre: Organización Barrial Tupac Amaru".





"A fines de enero, Milagro, Raúl y una delegación de la Tupac Amaru estuvieron presentes en la asunción del segundo mandato de Evo Morales. En esta historia, Evo Morales es algo más que el presidente de Bolivia. Ya lo era, pero esta vez fue ungido líder espiritual de Abia Yala. En la ceremonia del Tiwanaku, en el arco cuya réplica ya corona el mirador del barrio Alto Comedero, en el templo de Kalasasaya. Evo fue saludado como el guía por representantes de doce naciones y pueblos originarios. Los ‘jallallas’ estaban en el aire.
Bolivia está viviendo un momento que pocos imaginaron posible. Mientras Evo y miles de aymaras, quechuas y guaraníes, entre otros, iban rescatando lenta y obstinadamente las redes culturales basadas en esa otra idea de sí mismos, mientras reinventaban esa otra idea de si mismos, la nueva Bolivia tomaba forma en lo profundo de millones de personas: descubrían que sí podían, que podían mucho, y los demás estábamos distraídos. Recuerdo cuando Evo salió al mundo, al principio de su primer mandato. Era uno más entre los presidentes exóticos del mundo. Muy poco más. Su ‘comunismo’, como pronto lo caracterizaron, era un ingrediente mas de su exotismo.
Para los medios masivos de comunicación, concentrados y de derecha, ningún caso de organización popular tiene visibilidad, salvo que sea muy pequeño o denunciable. Bolivia no estaba ni está en la agenda de los grandes medios, salvo para comentar que Evo usa siempre la misma chompa, hasta en los congresos internacionales, al lado de los presidentes en serio de “los países en serio”. Eso lo hace mas indio todavía. Miren al indio que gobierna Bolivia, parecen decir. Y nada más.
Pero la realidad no ocurre en las páginas de los diarios tradicionales ni en las pantallas de televisión. La realidad excede, desborda, repta, se derrama en rincones impensados. Y fue en Bolivia que estalló y tiene eje este renacimiento de Abia Yala. Hablar de eso ya no tiene ninguna reminiscencia hippie. Quienes fuimos jóvenes en los 80 aquí encontramos otro de los deslizamientos a los que obliga esta historia. En Buenos Aires, subsisten dos grandes connotaciones en relación con Bolivia. Una positiva y otra negativa, pero deslizadas ambas en la Bolivia de hoy.
La positiva era la hippie adolescente del primer gran descubrimiento de las trampas de nuestra educación. Se supone que festejamos los 12 de octubre, y advertimos de pronto, ya después de haber aprobado Historia en el colegio, que ese festejo recubre exterminio y aplastamiento. Le sigue a ese descubrimiento de la falacia del ‘Descubrimiento de América’ una empatía con los ‘indios’, aunque ese impulso que hemos vivido sucesivas generaciones no llega nunca a convertirse en conocimiento de lo que encubre la expresión ‘los indios’. Es una palabra opaca. Quechuas o aymaras, incas o mayas, mapuches o ranqueles, la palabra ‘indio’ lo embarduna todo, como dirá en un bello texto del próximo capítulo Aiban Wagua, escritor del pueblo kunayala. Lo ‘simplifica’ todo. Objetos de simplificaciones mas que sujetos de dignidad y derechos, los miembros de miles de comunidades originarias no se espejan nunca en sus interlocutores blancos, aunque se trate de simpáticos jóvenes que recorren sus territorios y compran sus artesanías, o de miembros de ONGs. El dispositivo de simplificación es el mismo, después de todo, que usan los Estados Unidos con América Latina, y que les hace pensar a muchos que la capital de la Argentina es Río de Janeiro. Latinoamérica para ellos es una simplificación, un todo indiferenciado en una idea abstracta que mezcla gauchos con favelas.
La connotación negativa, en tanto, es la que rellena todo el resto de los significados. Es la que asocia lo boliviano con ser sirvienta o ser villero. Los ‘bolita’ despectivos que cantan las hinchadas del fútbol argentino dan cuenta de cómo las clases populares han incorporado esta connotación negativa, pese a estar integrada esas mismas hinchadas por muchas personas cuyos orígenes pueden rastrearse quizá no en Bolivia, pero si en provincias en las que hubo mestizaje.
Como explicaba claramente el director de la Escuela Germán Abdala, Juan Manuel Esquivel, los descendientes de los pueblo originarios –lo que en el norte implica hablar de los pobres en general-- han encadenado sus vidas tan férreamente a las condiciones de la pobreza, que muchos de ellos no pueden ver que la pobreza es una circunstancia que tiene remedio. Que se puede salir de ella. Pero solo se puede hacerlo por los propios medios, poniendo de uno primero y antes que nada una actitud: la autoestima. La autoestima no es así otra cosa que la escisión entre las circunstancias a las que fueron condenados, y su verdadera identidad.
Es bueno retomar la idea de autoestima de la Tupac cuando estamos hablando de Evo Morales. Si Evo ahora tiene el bastón de mando espiritual de Abia Yala, es porque fue y es quien, en los últimos doscientos años, más ha hecho por devolverles a los pueblos originarios su verdadera identidad. Y es, a su vez, no un líder iluminado de los que cada tanto creemos tener en Occidente, sino un líder de otro tipo: un delegado.
‘Desde este lugar milenario nace una nueva luz, una luz de esperanza para el pueblo boliviano y para la humanidad’, dijo Evo en enero, cuando fue investido en el templo de Kalasasaya (Piedra fuerte de pie, en aymará), en el arco de Tiwanaku. Esa luz, según él, y Milagro, y los líderes espirituales y políticos de estos pueblos, no viene de la inspiración singular de un individuo ni de una teoría ni de un bastión ideológico. ‘Emerge de los pueblos que nunca se olvidaron de sus antepasados’ ¿Qué quiere decir Evo cuando dice eso? ¿Qué honran a los padres de sus padres de sus padres? Si, pero comunitariamente. No al antepasado de uno, sino a los de todos. El sentido comunitario y la honra a los antepasados se ensamblan con las creencias ancestrales de esos pueblos. ¿Cómo honran a los antepasados? Dijo Evo ese día, vestido con la túnica de llama blanca que simboliza el poder de comunicación. ‘Se los honra recordando siempre la forma de vivencia en complementariedad, en solidaridad y especialmente en armonía con la Madre Tierra’. Evo está hablando de muchas cosas, pero entre ellas, habla de modos de producción.
Al día siguiente de la ceremonia sagrada en el Tiwanaku, ya en La Paz, Evo asumió formalmente su segundo mandato y lo inauguró con un cambio ejemplar que también se vincula con la perspectiva de género en la Tupac, que ya hemos comentado. Su gabinete está integrado por una mitad de hombres y una mitad de mujeres. ‘Dicen que es el fifty-fifty, pero es la Chacha Warmi en aymará’, explicó el presidente. Es que lo que aquí llamamos ‘perspectiva de género’ allí no es otra cosa que cumplir con la regla ancestral de lo complementario. Evo recordó a su padre y a su madre en su niñez en Oruro. Ambos fueron rotativamente jefes de su comunidad, como todos los demás miembros. Pero ‘cuando mi madre era mama t’alla y mi padre tata mallku, se presentaban problemas, y cuando mi padre se ocupaba del problema amanecía tratando el asunto sin llegar a la solución. Cuando mi madre trataba el problema, rápidamente lo solucionaba sin amanecidas’, dijo. Son actualmente mujeres en Bolivia las titulares de los ministerios de Trabajo, Justicia, Desarrollo Productivo, Defensa Legal del Estado, Planificación del Desarrollo,Ttierras, Transparencia Institucional, Medioambiente y Culturas (este último así, en plural).
En el Tiwanaku y en el Congreso, también repitió Evo su máxima rectora, y la de millones de bolivianos que la llevan a la práctica. Incluso entre los emigrados a la Argentina son la comunidad que más progresa, porque mantienen la solidaridad intra y extra familiar. ‘La mejor herencia que nos dejaron los ancestros son el Ama Sua (no robes), el Ama quella (no mientas) y el Ama Llulla (no seas haragán)’. Si uno busca un secreto, una clave cuando asiste al enorme crecimiento de la Tupac Amaru, debe buscarlo ahí.
Milagro y Raúl se abrazaron a Evo ese día. ‘Me cuesta hablar, no puedo pensar’, dijo Milagro. ‘Es como un sueño, como si de pronto el cóndor, el árbol, la vida misma cobrara otro significado. Evo emana una energía que es la nuestra. La energía de todas las sangres, de todos los signos de explotación. El dolor, la sombra, las mazmorras, la injusticia contra un color de piel, todo eso lo vamos empujando hacia el pasado. Soy feliz’".

tomada de la red




"JALLALLA, SEÑORA PRESIDENTA

Hubo un día de 2008 que es muy recordado en el barrio Tupac Amaru. Después de haber demostrado en los hechos que sabían utilizar los recursos mucho mejor que el Estado, los representantes del Estado iban a la montaña: ese día la presidente Cristina Fernández de Kirchner estuvo de visita. Esa visita fue vivida como un reconocimiento al trabajo. El barrio estaba engalanado. Había sonido de trompetas y banderas ondeando en el aire pesado de Alto Comedero. Milagro Sala dio un discurso, que es el que aquí se trascribe, con carácter de documento y contenido muy claro, que puede aclararle al que tenga dudas cuál es la relación entre la Tupac Amaru y el gobierno. Ese tema, la relación estratégica entre los movimientos sociales y los gobiernos progresistas de la región, que nunca son tan progresistas como desearían esos movimientos, salvo en Bolivia, es uno de los grandes debates en el seno del Foro Social Mundial. En Brasil y en Ecuador, por ejemplo, con los Sin Tierra, por un lado y las poderosas organizaciones indígenas ecuatorianas, por otro, ha habido chispazos, acusaciones cruzadas, momentos de sintonía y otros de ruptura. No hay recetas. 
Así habló Milagro aquel día:
 'Tengo un nudo en la garganta. Buenos días, señora Presidenta. Que hoy esté en el Barrio nos enorgullece a todas las organizaciones sociales. No hice un discurso, voy a decir lo que sale de mi corazón kolla, de mi corazón aborigen. Son muy pocas personas, después del general Perón no hubo ningún gobierno, pero ninguno, que apostara a los pobres, a los negros, a los villeros, a los que menos tienen, y en esto tengo que agradecer al gobierno de Kirchner, que apostó a las organizaciones sociales y nos dio plata. Cuando digo nos dio plata, no nos dio la plata para que nos quedemos callados. No dio plata para ir formando cooperativas para desocupados y yo sé que él también apostó por nosotros. Y la dio para ver si nosotros, los negros, los pobres, podíamos hacer algo con la plata que nos daban. Nosotros les hemos demostrado que los pobres podíamos hacer algo, hacer mucho, que podemos pensar y administrar la plata. Esto para nosotros es importante. Hoy está la compañera Cristina Kirchner. El esposo fue presidente y puso fuerzas para nosotros. Sé que muchos empresarios de la construcción le decían: qué van a apostar por esos negros, pero ellos apostaron, y apostaron mucho. Muchas veces, como lo sabemos las organizaciones sociales, la construcción de viviendas deja plata, y si se administra bien, tenemos esto. La Fábrica textil, la Fábrica de adoquines, la Fábrica de bloques, el Taller metalúrgico. Por supuesto que los argentinos y los jujeños tenemos que entender que el Estado tiene obligación con nosotros para garantizarnos salud, trabajo y educación. Pero nosotros, como argentinos y jujeños, también tenemos obligación con el Estado. Poner nuestra parte. Las fábricas las tenemos porque tenemos visión de futuro, y porque sabemos que no toda la vida vamos a  construir viviendas. Y cuando dejemos de hacerlo, queremos que nuestros compañeros sigan trabajando en las fábricas. Todo esto, compañeros, es de ustedes. Y se lo decimos a los compañeros de las organizaciones sociales que están acá: juntos vamos a poder levantar la Argentina. Juntos vamos a pelear para que no haya ningún desnutrido y ningún desocupado. Me acuerdo cuando fui a visitar a la ministra Alicia Kirchner hace mucho y le dije: quiero más planes Trabajar. Y ella me dijo: por que no pensás la otra, donde los compañeros no sean rehenes de los planes, donde puedan tener sus derechos adquiridos, que son las cooperativas, donde ellos puedan tener y no haya nadie que les quiera sacar. Esto es lo que entendimos muchas organizaciones sociales. Pelearla hasta decir yo quiero parte de la torta. Pero para que todos los argentinos podamos comer esa torta, compañeros, primero hay que echarle los ingredientes, hay que batir, hay que hacerla. Y después ver cómo se corta. Esta torta se va a poder hacer si estamos todos. 
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Si alguien nos pregunta si nos conformamos hoy con lo que tenemos, no. Vamos por más. Porque hoy, hay mil compañeros que tienen su vivienda propia, construida con sus propias manos. Que bonito es cuando en la construcción está la mamá, el papá, el hijo, haciendo su propia casa. Que bonito es cuando a fin de año reciben su título. Como nosotros la peleamos, ahora queremos agradecer también al gobierno de la Nación. Muchas veces –y con perdón de la expresión—lo puteamos, porque nos decían que no había mas plata. Igual pechábamos, igual pechábamos el carro. Pechábamos por infraestructura, para esto pedíamos plata: para garantizar trabajo genuino para los compañeros. No quiero ser chupamedias ni forra cuando digo gracias. Lo digo desde mi corazón kolla. Porque muchos de nosotros hace diez, quince o veinte años hemos llorado de hambre. Y sabemos lo que es voltear gobiernos, cayeron cinco gobernadores y al otro día no teníamos un carajo para comer. Se beneficiaban los grandes empresarios y nosotros estábamos cada vez peor. Entendimos que había que trabajar con el Estado. Y acá estamos, por una Argentina grande, diferente, por un Jujuy grande y diferente. Tenemos que entender que si no estamos todos juntos, esto no da para más. Compañeros jujeños.
¡Jallalla!
¡Jallalla, Presidenta!
¡Jallalla, mis hermanos!’".




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MILAGRO SALA: JALLALLA.
La Tupac Amaru, utopía en construcción.
de SANDRA RUSSO
Edit.Colihue, 2010










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