jueves, 1 de septiembre de 2011













Blhoja 053. PATAGONIA 2008





Por tercera vez en Ushuaia.

La primera vez fue en barco, en 1982, volviendo de Malvinas en el Almirante Irizar, el rompehielos convertido en ese momento en buque hospital. Como lo conté en la blhoja 006 : El espectáculo fue maravilloso. Con el sol apenas entibiando, el viento helado, el celeste del cielo, el azul profundo del mar, el verde de los árboles manchados de un blanco resplandeciente me estaban presentando el Canal de Beagle.”


La segunda vez en el año 2000 fue por la ruta 3, llegue en una vans y además de no ver la ciudad tan linda como la foto que tenía en mi memoria de aquel 1982, la voz de Julio Iglesias cantado desde un casette, deslució por completo el arribo.
Esta tercera vez fue en avión. Sin música, pero con ese apretón en el pecho que me produce el aterrizaje y me llena de emoción.
Eran los primeros días de diciembre de 2008 y estaba en el punto mas austral del país. Este año fue de los extremos, en marzo había estado en el punto mas septentrional de Argentina, La Quiaca.



Viajar en un velero por el canal de Beagle es impagable. El entorno estupendo.  Si bien es una excursión más cara que la de los catamaranes, esta experiencia es inigualable. El If nos llevo a la Isla H (es la única empresa turística autorizada para recorrer  esa isla), el punto mas meridional, muy cerquita de la línea divisoria de la frontera chilena. Una caminata entre raras especies vegetales, muchas aves y una reseña histórica de los indios yámanas por parte de nuestro guía que ya se venía luciendo en la cubierta del velero mostrando y dándonos algunos datos para entender los mapas de navegación. Llegamos a un improvisado faro en la parte mas alta de la isla y a pocos pasos bajamos a un nidal de cormoranes y su extraña relación social. No tan extraña si la comparamos, por ejemplo, con una empresa con muchos jefes y muchos mas subordinados: los de arriba, cagan a los de abajo. Y el guano de los cormoranes es bastante apestoso.












Comenzamos el recorrido del parque nacional Tierra del Fuego en el trencito del fin del mundo, después por la Bahía Ensenada, a la cual volvía después de 8 años. 






Luego tocamos las aguas del lago Acigami, justamente rebautizado a cambio del otro que evocaba al ex presidente de la nación, Julio Argentino Roca, tristemente recordado por la Campaña del Desierto, que diezmó la patagonia de sus habitantes originales:  


Se trataba de conquistar un área de 15.000 leguas cuadradas ocupadas cuando menos por unas 15.000 almas, pues pasa de 14.000 el número de muertos y prisioneros que ha reportado la campaña. Se trataba de conquistarlas en el sentido más lato de la expresión. No era cuestión de recorrerlas y de dominar con gran aparato, pero transitoriamente, como lo había hecho la expedición del Gral.Pacheco al Neuquén, el espacio que pisaban los cascos de los caballos del ejército y el círculo donde alcanzaban las balas de sus fusiles. Era necesario conquistar real y eficazmente esas 15.000 leguas, limpiarlas de indios de un modo tan absoluto, tan incuestionable, que la más asustadiza de las asustadizas cosas del mundo, el capital destinado a vivificar las empresas de ganadería y agricultura, tuviera él mismo que tributar homenaje a la evidencia, que no experimentase recelo en lanzarse sobre las huellas del ejército expedicionario y sellar la toma de posesión por el hombre civilizado de tan dilatadas comarcas.
Extraido del “Parrafos del Informe Oficial” de la Comisión Científica agregada al Estado Mayor General de la Expedición al Río Negro (Patagonia) realizada en los meses de abril, mayo y junio de 1879, bajo las órdenes del general Julio Argentino Roca (Buenos Aires 1881)


Un acercamiento a un gran dique de castores, una asombrosa obra de ingeniería por parte de estos roedores que ya son una plaga en la Isla, y al final del recorrido, la Bahía Lapataia. Final de la ruta 3 y según reza un cartel, a 3079km. de Buenos Aires.

En todos lados, por más espectaculares paisajes, tenemos la dolorosa presencia de la historia injusta. En el centro de la ciudad y a pocos pasos de esa espléndida bahía se encuentra, el ahora museo de la pavorosa cárcel de Ushuaia y sus lamentables relatos. Pero hay que recorrerla y escuchar para entender.


El Calafate nos recibió con un sol estupendo pero con un viento implacable (como dicen todos). Después de recorrer unos 300 kilómetros desde Río Gallegos, que no conocí porque bajamos del avión y un colectivo nos trajo directamente hasta aquí, llegamos a esta ciudad de unos 6 mil y pico de habitantes para tener acceso directo al Glaciar Perito Moreno que es la principal atracción. Luego de un pequeño recorrido, la ciudad muestra su encanto. Tranquila, amigable.





El impacto de esa lengua blanca que aparece en el horizonte de dispares azules, es emocionante. Pero además de emocionante, además de sorprendente, porque, aunque se hayan visto miles de imágenes del Glaciar Perito Moreno, estar a pocos metros, tomar conciencia de esa inmensidad, saber que esa masa aparentemente estática, tiene vida, que se mueve, que avanza día a día, centímetro a centímetro, me dejó echo una ameba y volvió a colocarme en mi mas que ínfimo lugar en este mundo. Están buenos esos golpes de soberbia que te da la naturaleza. Como en el camino hacia El Chalten: enormes pistas casi llanas, entre interminables mazacotes de rocas, demostraban que miles de años atrás, por allí, caminó un glaciar y dejó en esas explanadas, rocas diseminadas por aquí… por allá, mucho mas allá… como si la hubiese escupido por disgusto, o por extremadamente duras. Y allí quedaron, solitarias, esperando que los turistas pregunten por ellas.


Cuanto para contar: el Lago Argentino, el brindis en el catamarán con wisky enfriado con hielo de glaciar. El río La Leona y la anécdota del perito Moreno en su primer paso por aquí, conquistador. El Chaltén, el pueblo mas joven de la Argentina fundado en 1985 como asentamiento poblacional fronterizo, amparado por el colosal Fitz Roy.



La desolación de la ruta 3. Comodoro Rivadavia. Camarones y su recientemente inaugurado museo de la Familia del ex presidente Perón. Punta Tombo y su reserva de pingüinos de Magallanes; retacones, bamboleándose tranquilos, del mar a sus nidos, junto a sus crías.


Mas desolación y otra vez en Trelew, y de allí a Puerto Madryn. Y de allí a Rawson. Y de alli a Gaiman. Y la vuelta a casa.
Necesito internarme en la Patagonia. El sur me atrae y es necesario que vuelva. Y voy a volver: es una amenaza.






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