miércoles, 10 de marzo de 2010











Blhoja 021. CHILE 2000 – PUERTO VARAS/LAGO TODOS LOS SANTOS


A unos 20km de Puerto Montt, junto al Lago Llanquihue se encuentra Puerto Varas, una ciudad significativamente turística. Prolija y adaptada al visitante. Agencias de viajes y hoteles abundan en sus calles céntricas. Un guía por aquí ofreciendo sus servicios junto a su pequeño bus, ya listo y con algunos pasajeros sentados, resoplando y esperando que se llene un poco más, para comenzar el recorrido prometido. Otro mas allá ofrece otro recorrido y en la otra cuadra hay otros mas que quien sabe donde te llevarán.






Al llegar a la costanera las edificaciones, en su mayoría hoteles, restaurantes y bares, son típicamente alemanas; estructuras de madera con sus jardines repletos de flores, son reminiscencias de los antiguos colonos llegados entre mediados y fines del 1800. Pero lo que mas se destaca es, en frente, al fondo del lago, la imponencia del volcán Osorno. Como un centinela, su silueta oscura se recortaba en el cielo gris, custodiando el derredor para que nada lo perturbe.


En una plaza arbolada unos restaurados carromatos de madera transformados en pitucos kioscos ofrecían tortas alemanas de todos los sabores. Comer hasta empalagarse mientras el viento por momentos golpeaba bastante fuerte y buscar un bus rumbo al Lago de Todos Los Santos.


En una hora de viaje se va recorriendo la costa del lago Llanquihue hasta llegar al borde del Osorno. Un camino de tierra, muchas veces destrozado por los aludes de nieve y lodo que caen del volcán, termina en el lago de Todos los Santos, separado del anterior por la gran caldera. Encajado entre montañas tapizadas de bosques, se exhibe majestuoso, este lienzo azul intenso formando un cuadro paradisíaco.


El lago forma parte del camino hacia Argentina, se comunica con el lago Nahuel Huapi en Puerto Blest, si bien los lagos no se unen directamente, hay que hacer un trayecto por tierra, es uno de los destinos turísticos mas frecuentados de la zona.


Lago y bosque, están separados por una playa negra de sedimentos volcánicos con enormes rocas y troncos secos, seguramente, arrastrados por la lava.
Un lago milenario, una selva virgen y tres vigías apostados con fiereza: el Osorno, el Puntiagudo y el Tronador, todos advirtiéndonos, a los pocos humanos que por allí andábamos, que eso y solo eso es pura soberbia.








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