lunes, 8 de febrero de 2010









Blhoja 016. CHILE´99 - VALPARAISO




El humo se arremolinaba en la calle, los bomberos corrían con sus mangueras justicieras. Me llamo la atención un carabinero montado. El hermoso caballo sonaba en el pavimento dándole ritmo a la acción.
Un colectivo nos paseo por parte de la ciudad y nos bajamos luego de recorrer un largo trecho de la avenida costanera que rodeaba un cerro, cuyas laderas eran contenidas por un murallón blanco; mientras que hacia la derecha, las aguas del Pacífico golpeaban contra las rocas. Me sorprendió ver pelícanos. No imaginaba que pudieran estar en estas costas junto a las gaviotas y los cormoranes. Me detuve a observarlas con sus largos picos bolzudos, volando, tirándose en picada al mar, flotando, posarse en las rocas. Esto en un marco portuario.



A pocas cuadras el gran puerto de Valparaíso. El mítico puerto de Valparaíso. El mas importante de Chile en el que se pueden ver barcos pesqueros, grandes cruceros y los buques de guerra de la Armada Chilena. Como a un escenario, lo rodean mas de 40 cerros que forman como un anfiteatro cubierto de coloridas construcciones de distintas arquitecturas: inglesas, francesas, alemanas y criollas mezcladas con modernas edificaciones. Declarada Patrimonio de la Humanidad en el 2003, Valparaíso es una de las ciudades mas bellas que he visto.
En una pequeña playita, antes de llegar al puerto, me deje abrazar por el Pacífico por primera vez. Aunque seguía frío, era el único que podía contra bochornoso sol del mediodía.


Después, un paseo por los famosos ascensores porteños. Ascensores externos que comunican con los barrios altos, algunos de difícil acceso por los transportes públicos. Datan de principios del siglo veinte y unos pocos de fines del diecinueve. Son quince y ofrecen distintas panorámicas de la bahía. Un carro antiguo similar a un pequeño vagón de tren se desliza por unos rieles enclavados en la ladera del cerro, arrastrado por unos cables de aceros tirados a motor. Con uno de ellos llegamos a un tranquilo barrio con casas de madera, calles zigzagueantes que caían y volvían a subir.



Una hermosa imagen que leí en algún lado:
una ciudad que cuelga de las laderas de sus cerros.


















Quiero volver y estar más que unas horas. Quiero disfrutarla mas, en exclusividad.
























No quiero volver a Viña del Mar.



No es una fea ciudad, pero tiene algo que no me gusta. Quizás entren a jugar los prejuicios, pero tiene un tufillo “miamiero“ que no me cuadra, aunque fue verla casi a las apuradas. Tal vez podría considerarla mas afectuosamente con un poco mas de conocimiento, pero estoy seguro que no quiero volver.











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